Aquí no encontrarás un museo de ideas ni un archivo de certezas. Este espacio vive —respira— como la selva amazónica después de la lluvia y como una iglesia de piedra en un amanecer andino.
Soy un peregrino entre mundos:
entre Europa y América Latina,
entre la teología y la música indígena,
entre la contemplación y la misión,
entre el silencio de los claustros y el canto alegre de las comunidades bolivianas.
Este blog nace del deseo de mirar la fe con ojos nuevos, allí donde la vida late:
en las celebraciones populares, en el arte barroco misional, en los rostros de la gente sencilla, en la belleza que Dios sembró en cada cultura.
Aquí reflexiono, observo, escucho, dudo, me alegro y agradezco.
Hablo de Iglesia, espiritualidad, misión, historia, cultura, música y humanidad.
Con el corazón franciscano, con el espíritu sinodal, con la esperanza de quien ha visto a Dios caminar en sandalias polvorientas por pueblos pequeños.
No escribo para convencerte, sino para caminar contigo.
No busco respuestas rápidas, sino sabiduría compartida.
Porque la fe no se impone: se contagia con alegría.
Si llegaste hasta aquí, bienvenido.
Siéntate a la mesa.
Hay pan, café, silencio y canciones.
Y sobre todo, hay espacio para tu voz.